jueves, 5 de julio de 2007

LIBERTAD

Libertad: esa palabra que nos evoca a la coca-cola, a besos en medio de la naturaleza y a andar en pelotas por casa. La usamos hasta para cagar, la invocamos siempre que se nos antoja, hacemos de ella una bandera, una bandera ya tan manida y descolorida que apenas se parece al patrón de muestra.

Hemos perdido el norte. Nos hemos y nos han confundido para que realmente no tengamos ni idea de lo que es la libertad, para que esta sea una libertad tutelada, dentro de unos parámetros, dentro de unos márgenes.

Lo políticamente correcto y su primo tonto: la dictadura del pensamiento único son las tutelas oficializadas de esa libertad condicional; una jaula de oro, que aún siendo de oro es una jaula que nos aprisiona.

Nos están robando nuestra libertad y no nos damos ni cuenta, nos meten las manos en los bolsillos y nosotros encima sonreímos y creemos que es por nuestro bien. Somos en resumen una pandilla de gilipollas.

En muchas ocasiones pienso en el desasosiego que me produce que dicten mi pensamiento, que me digan lo que debo pensar, cómo debe regirse hasta el más mínimo detalle de mi vida,… ¿Cómo es posible que la gente se deje manipular y repudie ejercer su propia libertad? Me pregunto sinceramente si es posible que estemos tan atontecidos como para no reparar en ello. Y justo en ese momento caigo. La libertad tutelada con respecto a las normas establecidas es más cómoda, más sencilla, no necesita el esfuerzo de conquistarla todos los días… Es una ramera barata.

Se desprecia la autentica libertad porque implica responsabilidad, sacrificio, esfuerzo y perseverancia; algo que muy pocas personas están dispuestos a llevar a su día a día. La responsabilidad de tus actos al ser libre para realizarlos, el sacrificio de ser coherente en todos los aspectos de tu vida, el esfuerzo de nunca dejarte arrastrar por las circunstancias que te rodean e imponer tu propio criterio y la motivación de querer plantear la batalla todos los días de tu vida para mantenerte libre.

El común de los mortales tiene miedo a la libertad. Ha nacido para ser masa, uno más del rebaño. Alguien que tiene miedo de que su voz se oiga más alto que las demás, sin querer tener un momento de gloria, sin mirar más allá de lo que tiene delante de sus narices, oprimidos -a sabiendas claro- por los que toman las decisiones y condicionan su vida.

La verdadera libertad consiste en ser el actor principal de tu vida, ser quien decide cuando y donde se producen los hechos que te afectan y te rodean. Ser en el sentido más amplio de la palabra. Muchos prefieren tomarse una coca-cola.






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libertad, esfuerzo, responsabilidad, Coca-cola, miedo a ser libre,

1 comentario:

helondo dijo...

Si queremos ser libres será mejor que empecemos a construir más cárceles.